jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Es la violencia una característica propia de los modelos de masculinidad?

Sí, la violencia es el recurso de que se sirve el hombre para ejercer el patriarcado, teniendo a los modelos hegemónicos de masculinidad como actores para desarrollarla. A través de ella, los hombres legitiman su posición dominante en las relaciones de poder respecto a las mujeres, y a otros hombres que no cumplen las exigencias del modelo de masculinidad hegemónico propio de su contexto sociocultural.

Masculinidad y Salud.

Dentro de las conductas impuestas a los hombres como parte de la construcción social de su masculinidad, se ha extendido la creencia de que la salud es un asunto exclusivo de las mujeres, quienes son las llamadas a ocuparse ante la aparición de cualquier malestar, por inofensivo que parezca. Regularmente, los hombres heterosexuales delegan en sus parejas la responsabilidad del cuidado de su salud sexual y reproductiva.

En ese sentido, se hace necesario crear espacios de reflexión donde los hombres <<deconstruyan>> los viejos mitos que permean a la relación que se establece entre masculinidad y salud sexual-reproductiva. Lograr cambios positivos se convierte en un verdadero reto, que implica la conjunción de múltiples factores y el desarrollo de acciones que se complementen unas a otras.

Entre las estrategias a seguir, se hace imprescindible que los hombres comiencen a interesarse por la aprehensión de conocimientos e informaciones relacionadas con la salud sexual y reproductiva, no solo de su sexo, sino además de las mujeres. Ellos, por lo general, adolecen de estos conocimientos, y aunque se sientan interesados por adquirirlos, no encuentran los espacios propicios para ello. De ahí que la creación de foros libres, que no se muestren como una <<amenaza>> para los hombres, y donde ellos puedan socializar libremente sus dudas, saberes y experiencias en torno al tema, es una opción viable.
Dentro de las exigencias que impone a los hombres el modelo tradicional de masculinidad impuesto en nuestras sociedades, el perseguir el ideal del varón-héroe, particularmente durante la adolescencia y la juventud, los expone constantemente a realizar acciones que encierran conductas de alto riesgo para su salud. En muchas ocasiones, el descuido y el abuso excesivo de sus capacidades corporales durante el ejercicio de estas acciones, se convierte en un factor que llega a atentar contra sus propias vidas. Asimismo, es común ver cómo los hombres, ante situaciones de enfermedad, aguantan dolores, se muestran incapaces de pedir ayuda, e incluso buscan soluciones alrededor de las drogas y el alcohol.
La situación de la salud de los hombres a nivel mundial es alarmante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), han concluido, tras realizar sistemáticamente investigaciones y trabajos de campo sobre el tema, que la masculinidad y sus formas culturales de expresión inciden en la aparición de conductas problemáticas para la salud de los hombres como: accidentes por actitudes de alto riesgo en espacios públicos, infecciones por VIH/SIDA, adicciones a drogas y el ejercicio de la paternidad desde edades muy tempranas.
De acuerdo al modelo tradicional de masculinidad, se supone que el hombre es fuerte; por lo tanto, a menudo se encierra en un halo de inmunidad que lo conduce a no tomar precauciones o protegerse en aras de cuidar su salud sexual.
Entre ellos resultan de vital importancia los relacionados con las disfunciones eréctiles, el cáncer de próstata y la andropausia. En el caso de esta última, resulta ser uno de los temas más silenciados en nuestras culturas patriarcales, a partir del conjunto de pérdidas que significa para los hombres, el arribar a esta etapa.

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