Antes de entrar de lleno en el propósito que nos ha convocado a este espacio, es decir, empezar a sanar las profundas heridas presentes en el masculino y el femenino de cada uno de nosotros, se hace necesario un mapa que describa muy superficialmente, ya que no se puede hacer de otra manera, las múltiples corrientes y teorías que circulan actualmente dentro de las nuevas masculinidades, y especificar porque de entre todas, la corriente arquetípica o mítico-poética, junto con algunas claves básicas de la teoría funcional, y la de man´s studies, como el contexto y la adaptabilidad que influyen en el proceso de individuación, y por ende, de identificación, me parece la más correcta de todas. No tanto para entender la complejidad de las relaciones-cosa para la que son indiscutiblemente más útiles estas anteriores- que se dan entre lo masculino y lo femenino, sino como instrumento de sanación.
Ademas, es posible, si sintetizamos la información y la contextualizamos en un marco adecuado, integrar todas estas teorías en una teoría meta-integral que tome lo mejor de cada una.
A este fin escribo este post, que necesariamente se extenderá un poco más de lo normal.
Y que tendré que dividir en partes más o menos estructuradas.
Pero antes de describir las diferentes corrientes que definen o intentan definir lo que es un hombre, quiero hacer un apunte sobre los tipos psicológicos de Jung.
Jung divide la ser humano en dos tipos psicológicos básicos (introvertidos y extravertidos), que a us vez tiene cuatro funciones: dos que son puramente perceptivas, la sensación y la intuición, y dos que son interpretativas de estas funciones perceptiva, que son el pensamiento y el sentimiento.
Cada individuo, todo según Jung, tiene una función superior hacia la que se siente naturalmente inclinado, y otra que se le opone, que denomina la función inferior, que es la última en aparecer en el proceso de desarrollo, y que es la que le conecta con el inconsciente colectivo. Además de estas existen dos funciones secundarias sobre las que se apoya el individuo en su proceso de individuación, y que desarrolla en uno o diverso grado. El comentarista más sencillo y abordable de Jung, R. Robertson, establece un sistema de ejes, uno vertical con la función superior arriba y la función inferior abajo, y otro horizontal donde quedan las dos auxiliares. Así, por ejemplo, un tipo como yo, introvertido, que tiene, o eso me dicen, como función superior el pensamiento, tendría como función inferior el sentimiento extravertido.
Aunque no estoy de acuerdo en el modelo junguiano de los tipos, y me parece muy perfeccionadle, reconozco que es muy útil para discernir porque algunos hombres se sienten naturalmente inclinados a interpretar la información del mundo a través el pensamiento filosófico, y otros a explicarlo, y otros a percibirlo y experimentarlo directamente. Las combinaciones las dejo para cada uno, ya que tampoco son tantas, dos tipos por cuatro funciones, dan 8 tipos psicológicos, cada uno con su función superior, su función inferior, y sus dos auxiliares. Un juego divertido.
Me he referido a este particular, porque para el tema que nos ocupa, es útil saber que cada persona tiene una inercia natural a descodificar la información a través de sus propias tendencias y filtros particulares. O sea sé, que ve el mundo a través de sus propias gafas. Yo mismo lo estoy haciendo en estos momentos a través de mis funciones. Y no es por casualidad que necesite encontrar una síntesis integradora para todo, a pesar de tener mis preferencias.
Del mismo modo las teorías sobre las masculinidades y femineidades están influidas notoriamente por los tipos psicológicos que las proponen.
Soltado el rollo, vamos al tajo.
De cada teoría haré un pequeño comentario, intentando obtener lo que desde una visión integral mas nos interese.
1. Sociobiologismo
Una de las principales corrientes de las cuales se han derivado explicaciones sobre la condición masculina, es la de orientación socio-biologista.
Para los también llamados diferencialitas o los que sostienen la existencia de un eterno masculino, el comportamiento humano "se explica básicamente en términos de herencia genética y de funcionamiento de las neuronas".
Herederos de las tesis de Darwin, creen que la conducta humana resulta de la evolución y de la necesidad de adaptarse". Estas teorías sociobiológicas sostienen que "los sexos no están hechos para entenderse sino para reproducirse". De gran asidero en el sentido común patriarcal, esta corriente consideraría que la condición de los hombres es innata y viene dada por los espermatozoides –así como la de las mujeres por los ovarios. Los hombres estarían en "competencia inevitable por la posesión del potencial reproductivo limitado de las hembras", extrapolando modelos de comportamiento basados en la naturaleza. Sería la capacidad dada por la fuerza y la agresividad lo que cuenta en esa competencia y sólo los que poseen tales atributos logran imponerse.
Comment: Personalmente no creo mucho en el enfoque justificativo de esta teoría, porque quieren convertir un rasgo heredado, en una esencia inmutable, lo cual no quiere decir que el falo, la vagina, las caderas (ay, las caderas!) y los ovarios no tengan peso. Lo tienen y mucho, y en este sentido se conecta con otras corrientes como los esencialistas, y los funcionalistas. Si analizamos el tema sin prejuicios con un poco de profundidad, es inevitable aceptar el valor de la función social y del impulso o huella genética en el desarrollo de la masculinidad tanto como de la femineidad, aunque ambas cosas deberían estar diferenciadas cuando aquí se presentan como lo mismo, por cuestiones de espacio. De hecho, se puede decir que ambas entrarían dentro o serian subtipos de la teoría funcional, si contemplamos tanto la herencia genética como la función social como estrategias naturales y culturales adaptativas, respectivamente. Y el elemento funcional de la masculinidad y la femineidad es sin duda uno de los que más relevancia tienen de cara a comprender las complejas relaciones que se establecen entre hombres y mujeres, en todas las épocas. De hecho, podríamos decir, y lo comentaremos mas tarde, que la teoría funcional es una expresión misma de la evolución de los mismos arquetipos, y eso abre un canal de comunicación entre la corriente mito-poética o arquetípica, y la funcional, biológica y social. Algo muy importante.
Sin embargo, la fundamentación que se presenta aquí, pretende reducir la relación hombre mujer a una relación congelada, esencial e inmovilista, cuando no es así en absoluto. Ni funcionalmente, ni socialmente, ni tampoco biológicamente hablando, aunque este último elemento, es el más cercano a la ley de la necesidad, del instinto, y por tanto, el que más se resiste, aunque no configure un sistema cerrado (mírense las mutaciones, por ejemplo) al cambio. Presentada así, la teoría socio-biológica pierde su utilidad, y se queda en un ostracismo sin fundamento, donde el macho y la hembra patriarcales puede para patearse de por vida, precisamente por su misma resistencia al cambio.
Cambio que es ley de vida para evolucionar, y que llega a su máxima inmovilidad en la teoría esencialista:
2-Los esencialistas. Monik y el falus.
“Para otros esencialistas, el sustrato básico de la identidad masculina no deriva tanto de la genética o los espermatozoides como del falo. Esa es la posición que defiende Eugene Monick, para quien “los hombres son falo –identificado con erección y nunca con un pene flácido-. (...)El falo es concebido como fuerza originadora y (...) como elemento primordial de la psique”, entendida ésta al modo jungiano.
Carl Jung había concebido la psique “en el sentido original griego de alma, esa parte de la experiencia humana que llega a uno desde adentro”, que interactúa con el “mundo exterior, pero en ningún caso como un epifenómeno de éste”La masculinidad sería, entonces, un mundo interior esencial y no un producto externo o social. Un mundo sin historia, que es común a todos los hombres pero que les trasciende. En este mundo transpersonal es donde se encuentra la fuente de la cual emana la identidad masculina.
Para Monick, aunque este mundo no le era completamente desconocido antes de contemplar el falo paterno, tuvo que producirse este episodio para tener la revelación de qué significaba la masculinidad "Era un mundo que de alguna manera yo sabía que existía, pero hasta esa revelación no tenía ninguna imagen tangible que encarnara mi incipiente sentido interior (...) ノl y yo estábamos unidos dentro de una identidad masculina que tenía sus raíces más allá de ambos”.
Monick ha atribuido al falo una “naturaleza sagrada” pues para un varón “el falo porta la imagen divina interior de lo masculino”. De aquí que, según este autor, se pueda explicar que la disminución de nuestra masculinidad se iguale a la pérdida del órgano sexual masculino, mientras que el logro de la virilidad se iguale a su uso activo.
Convertido en un “símbolo religioso y psicológico”, el falo “decide por su propia cuenta –independientemente de las decisiones del ego de su dueño- cuándo y con quién entrar en acción”.
Presentado como un “arquetipo en su esencia”, los “hombres no pueden –por más que deseen lo contrario- hacer que el falo obedezca al ego. El falo tiene su propia mente”.
Así, este ente divinizado y autónomo, “gobernado por su propia ley o naturaleza interior” coloca el tema del origen de la identidad masculina afuera de cualquier explicación de origen cultural y lo ubica en este mundo-interior-transpersonal.
Comment: Esta es la típica versión extraída de una cadena de deducciones erróneas.
Y la mezcolanza que conlleva es peligrosa. La mas peligrosa de todas, que es base de todos los fundamentalismos que existen.
Por ejemplo, y para empezar, los arquetipos de Jung nada tienen que ver con esencias, sino con huellas, que precisamente tienen lugar en el trascurrir del tiempo-espacio. Jung los llamó asi por eso, porque en griego la palabra archetypus significa grabación, o primera grabación.
El peligro de los arquetipos, y esto es precisamente lo que les ocurre a los esencialistas y a las personalidades mana (otro término que acuño Jung para describir una personalidad cuya identidad o noción de identidad ha sido poseído por un arquetipo), es que tienen la suficiente fuerza acumulada para confundirlo con esencias (otra herencia errónea de la tendencia a las abstracciones de la filosofía occidental clásica). En cierto modo actúan como creencias o paquetes de información que han llevado la misma forma durante siglos y siglos, y que se han vuelto incuestionables. Pero no por ello siguen dejando de ser lo que son, huellas y dinamismo, tendencias energéticas que se transmiten tanto culturalmente como social y biológicamente (ya que ambos son aspectos de la psique humana, que incluye el cuerpo, y su biología, y las estructuras de relaciones que ambas forma, tan influenciable por lo que llamamos el aspecto mental de la psique).
Ignoro si es Monik, o el comentador/a de este texto en cuestión, o los dos, los que cometen el error de confundir lo arquetípico con la esencia.
Tampoco es cierto que los arquetipos pertenexcan a un mundo transpersonal (aquí Wilber hablaría de la diferencia entre los arquetipos pre personales y Transpersonal, pero para que rizar el rizo...) sino mas bien, colectivo, sea pre o transpersonal, y además, inconsciente. Son las huellas cárnicas de ese mundo, de esa herencia colectiva que todos llevamos grabadas en nuestras células, cuerpo, mente y alma (el conjunto de la psique) y cuya información imprimimos en el falo del padre, o en la teta de la madre. Es la información de siglos y siglos reproduciéndose una vez más en múltiples niveles, y lo hace arquetípicamente, es decir, grabándose y proyectándose, y esto lo descubrió un tipo llamado Konrad Lorenz cuando una cría de oca le adopto como madre, en lo primero que tenemos a mano. Es por este motivo que un mismo arquetipo como el de padre, o madre, o mujer, u hombre, tiene connotaciones tan diferentes en culturas diferentes, aunque por supuesto conserve características similares.
Por último, decir que si los arquetipos tuvieran remotamente algo que ver con lo esencial, no podrían evolucionar, pero es un hecho que los arquetipos de madre, padre, y todos los dioses que los representan desde el gran caos, Urano, gea, Saturno y rea, Zeus y Hera, etc...Han evolucionado, en, con y gracias a la psique humana. Sobre la evolución de los arquetipos y la falacia de dividirlos en pre o transpersonal se podría escribir un libro entero.
En fin, y lo del falo siempre erguido, para que comentarlo....
Una cosa más es necesaria señalar. Esta es también la visión esencialista que la mente occidental ha tomado del tanta tradicional hindú. Y eso es peligroso, porque la mentalidad india, cuya cultura es tan reacia a los cambios, está llena de asunciones permanentitas e inmutables, que a su vez, se atribuyen a los dioses esencias permanentes e inmutables. Esa es la razón de que haya tantos dioses en el panteón hindú, más que ningún otro que se conozca, porque necesita de muchos aspectos para compensar esta aparente inmutabilidad, que se expresa a si misma en distintos aspectos o avatares que si están sujetos a las leyes de maya.
Pero la mentalidad india no puede evitar asociar este cambio a un ciclo eterno e inmutable que además se asocia al sufrimiento.
Solo lo inmutable es real, lo demás es ilusorio, esta es la base de su enconada resistencia a todo tipo de cambios y porque ha asimilado de esa manera tan peculiar, conservando su idiosincrasia, tantas culturas, religiones e ideas que han cohabitado con ellos a lo largo de la historia.
El panteón indio es con mucho el que menos ha evolucionado a lo largo de los siglos, y esto es porque se ha confundido y se sigue confundiendo a los arquetipos dinámicos con realidades divinas y esenciales (que tampoco lo son, por cierto), y porque su cultura está basada en un esquema mental aun primitivo, a nivel popular, profundamente mítico, incluso mágico.
En el caso del tanta hindú, creo que confundir los roles del animus y el anima, que corresponderían, aunque en este caso son intercambiables, a shiva y a shakti, a una esencia masculina y femenina inmutables, es también una actitud típicamente mítica, e incluso mágica. A un nivel profundo, el tantra muestra su valor dinámico y arquetípico, casi mejor que cualquier otra doctrina, pero este dinamismo tan esotérico se pervierte en errores conceptuales cuando arriba a nuestras orillas occidentales, tan ávidas de esencias y verdades inmutables.
Este permanentismo es comprensible, e incluso inofensivo-si obviamos las desastrosas consecuencias sociales y personales del sistema de castas- para la mentalidad y cultura india tradicional, pero hace estragos en nuestra cultura occidental cuando se oyen voces de nuevos maestros neo-tántricos del corte de David Deida, John Gray, and C.O, que sitúan la esencia de la masculinidad y o de la femineidad en el falo o en la vagina, en Marte o en Venus, en la agresividad o en la ternura, respectivamente.
Estoy de acuerdo con el tantra en que hay una inteligencia natural en estos dos órganos, cuando uno se relaja, respira, y deja que la polaridad o bioenergética natural se mueva por si misma, pero una cosa es esto, y otra, confundir arquetipos y dioses con esencias, y ponerlos todos en un mismo bote.
Esencia es esencia, y si hablamos de esencia, solo puede haber una, si hablamos de dos ya estamos hablando de aspectos de la esencia. Este es motivo suficiente para hablar de una esencia masculina y otra femenina, porque el término en si es contradictorio.
Shiva es Shiva, un arquetipo, Shakti es Shakti, otro arquetipo, quizás dos de los mas básicos, ya que corresponden al número dos, que representa la danza cósmica de la dualidad, tal como lo representa de un modo más dinámico aun el ying y el yang, que no son esencias, sino una representación de la dinámica dual y complementaria de la realidad.
Para que haya movimiento tiene que haber dos, porque allí donde existe el dos hay movimiento entre uno y el otro. Es decir, relacionalidad, intercambio, dinamismo, vida. Aunque aun cíclico, y poco evolucionado, porque para que haya cambio debe existir un tercer elemento diferenciador. E incluso un cuarto, pero esto es ir demasiado lejos, cuando apenas, como bien sabia Jung, estamos evolucionando de una mentalidad trinitaria-basada en el tres- a una cuaternaria-basada en el cuatro-.
Lo esencial, que es uno en todo, es algo invisible e inabordable para la razón, e irreductible por el intelecto.
En justicia no habría más esencia que Dios, que El Uno sin segundo de la escolástica, y para que esta esencia lo sea, es preciso que esté en todas partes, así que debe tanto vacía como infinita. Es decir, impensable.
Sea como fuere, la teoría de la esencia masculina y o femenina se hace pedazos por todos lados.
Para no hacer el post demasiado extenso lo diseccionaré por esta parte.
Falta una teoría que me gustaría obviar, pero que da crudo testimonio de hasta que punto puede llegar la estupidez del inmovilismo: la teoría del patriarcado inevitable de Goldberg.
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